Marcelo Landi y Milagros Aprea Nardo
Introducción
El trabajo intenta analizar la reconstrucción de los estudiantes de la UNLP de sus organizaciones gremiales, cuyo objetivo es comprender el desarrollo del movimiento estudiantil en el proceso de transición democrática.
La necesidad de recurrir a esta particularidad (espacial), es principalmente sabiendo que forma parte de un conglomerado más complejo, que no se circunscribe solamente a la Argentina, sino también a Latinoamérica, la juventud universitaria latinoamericana ha tenido una actuación decisiva en diversos momentos culminantes de nuestro devenir, desde el ciclo emancipatorio, el romanticismo, la bohemia finisecular y la Reforma Universitaria de 1918 hasta la generación de la protesta y la revolución1. Ese movimiento estudiantil se uniría con los diferentes sectores en lucha para bregar por un cambio revolucionario. Ante esto las clases dominantes accionaron el sistema represivo instaurando el terrorismo de Estado.
A fines de la década de los setenta, Argentina entraba en el apogeo de la dictadura militar, que fue la sucesión de gobiernos militares que desde 1976 con un golpe cívico militar habían tomado el poder. Entre sus objetivos estaba desarticular las diferentes organizaciones sindicales, estudiantiles, políticas y político-militares que durante las décadas precedentes habían crecido con el auge de masas. Ese auge de masas llevó principalmente a la juventud a la posibilidad de pensar y accionar en pos de la revolución socialista. Esa posibilidad era más palpable aún en el tercer mundo, así el tercer mundo se convirtió en la esperanza de cuantos seguían creyendo en la revolución social. Representaba la gran mayoría de los seres humanos, y parecía un volcán esperando entrar en erupción o un campo sísmico cuyos temblores anunciaban el gran terremoto por venir2.
Pero este trabajo no ahonda en las problemáticas de los períodos de auge de masas, sino todo lo contrario. Intenta inmiscuirse en un período donde la ola contrarrevolucionaria al menos en su parte de mayor flujo ya arrasó con todo lo que pudo. Así pasado el período de mayor represión y el posterior desgaste de la guerra de Malvinas, comenzarán de a poco a hacerse más visibles las organizaciones políticas. De esta manera, el movimiento estudiantil en la UNLP comienza a reorganizarse. Será un incipiente movimiento donde sus organizaciones levantarán como elemento de cambio (respecto al régimen) las banderas del esclarecimiento de los crímenes perpetrados por el terrorismo de Estado, la reorganización de las estructuras democráticas y la lucha contra las restricciones en las condiciones de estudio.
La transición democrática se enfrentaba ante una situación cuyo carácter histórico se relacionaba con la reorganización de las instituciones, ya que con la instalación del gobierno constitucional de 1983, la reconstrucción del movimiento estudiantil no era una tarea menor. Es más, era sumamente difícil. Era necesario que esta reconstrucción fuera acompañada con el fortalecimiento de las propias instancias organizativas ligadas a la situación de las universidades y de las distintas facultades, y del propio movimiento obrero. Entre otros aspectos, claro está, el de los vínculos redes que eran necesarios revitalizar3.
En este contexto, queremos hacer hincapié en algunos ejes particulares que remiten a la especificidad del movimiento estudiantil, su acción-reacción, vinculada principalmente con su tarea de “rearmar”, de “rearmarse” como movimiento, y en donde se evidencia claramente lo que Raymond Williams denomina estructuras del sentir, término que se relaciona con la práctica política concreta y con la formación de una subjetividad, lenguaje y símbolos nuevos; la conciencia práctica es casi siempre diferente de la conciencia oficial; y esta no es solamente una cuestión de libertad y control relativos, ya que la conciencia práctica es lo que verdaderamente se está viviendo, no sólo lo que se piensa que se está viviendo4.
Es desde esta perspectiva que el movimiento estudiantil comienza a reconstruirse como sector, influenciado por las experiencias históricas anteriores, sin embargo, uno de los problemas de regeneración del movimiento estudiantil en el 82 y 83, fue que había un gran rechazo y temor a repetir la experiencia de los setenta; no repetir errores que percibíamos del movimiento estudiantil de los setenta, sin caer solamente en la demanda sindical.5
Esta reflexión implica una tarea histórica del movimiento estudiantil, la percepción del comienzo y el fin de una etapa, relacionada en términos de ruptura y continuidad, evidenciando el cambio, comprendiendo la transición en la cual se sumergen todos los sectores sociales, y es por ello que no hay transición que no implique un punto de partida, un proceso y un punto de llegada. 6
Si consideramos al período como un proceso de cambio, ¿Qué papel ejercen como parte de una sociedad que se perfila hacia la democracia?, aclarando que este cambio no se relaciona con la emergencia de un cambio revolucionario, sino más bien de un cambio que implica rearmar las instituciones de la sociedad burguesa.
El movimiento estudiantil, es el engranaje de una maquinaria más amplia y compleja, y es por ello que su análisis requiere tener en cuenta los factores que hacen del movimiento una estructura heterogénea, ya que en ciertas ocasiones la emergencia de una nueva estructura del sentir se relaciona mejor con el nacimiento de una clase, en otras ocasiones se relaciona más precisamente con la contradicción, la fractura o la mutación dentro de una clase.7
Sin embargo, podríamos considerar que el debate implícito, se encuentra en la construcción de un actor social, inacabado, indefinido, que para el período analizado, tiene la tarea no solamente de reconstruir la participación política, sino más bien, se encuentra frente a la posibilidad de poder decir y hacer, de actuar, de intervenir en la realidad, de imponer, de contraponer, de relacionar complejamente teoría-práctica en la lucha por una toma de conciencia.8
Fuentes
Hemos trabajado tres tipos de fuentes, el archivo de la DIPBA9, el diario El Día y entrevistas orales.
En torno a las fuentes escritas, la primera, es parte del aparato represivo estatal, entendiendo al Estado como garante para legitimar las relaciones sociales imperantes10 y la segunda, representa al periódico hegemónico de la ciudad de La Plata, vinculado históricamente a los intereses de las clases dominantes locales. Nos resultan llamativas algunas coincidencias, encontradas entre los informes de inteligencia y las notas periodísticas, sin poder profundizar, ya que excedería los marcos de análisis de este trabajo.
La tercera fuente, incorpora el aspecto subjetivo a partir de testimonios de dirigentes y militantes de base de los diferentes grupos políticos del período. Esto nos lleva a incorporar la temática de la juventud, en relación a la experiencia subjetiva de los militantes frente al proceso que comienza a vislumbrarse con la reorganización de los centros de estudiantes y las federaciones, como también el resurgimiento del debate político en la arena pública, en el contexto del debilitamiento de la dictadura militar, en donde el movimiento estudiantil se constituye como una gota más que orada al régimen, confluyendo a la vez con otros sectores sociales, como los trabajadores y los sectores de la sociedad civil aglutinados en torno a la lucha por los Derechos Humanos.
El movimiento estudiantil, algunas interpretaciones
Diferentes trabajos intentan dar cuenta sobre que es el movimiento estudiantil. En este sentido vamos a tomar dos aspectos que se nos sugieren como principales. Por un lado analizar la extracción social, es decir la pertenencia de clase de los universitarios y por otro, problematizar la cuestión de la juventud.
Del primer aspecto, tomamos la reinterpretación en torno al concepto de pirámide invertida de Lenin trabajado por un grupo de investigadores del CEISO.11 Dicha reinterpretación se basa en definir que a partir de la segunda guerra mundial, la necesidad de mayor calificación laboral impulsa a las clases intermedias o pequeña burguesía a ser las que ingresen masivamente a las universidades. Esta situación genera que la figura de pirámide invertida se devenga en un rombo donde habrá una representación menor de clase dominante y popular.12 El proceso de incorporación de los sectores medios se explica por la mayor capacitación técnica e intelectual requerida por la producción capitalista, incluyendo la capacitación de una burocracia en aumento que acompañó el crecimiento de las funciones del Estado.13 La expansión de la esfera de los servicios y la proliferación de ese nuevo tipo de trabajador asalariado llevó a algunos autores contemporáneos a calificar la época bajo distintos epítetos, como la sociedad post-industrial, y a esbozar nuevas teorías del valor en las cuales se daba primacía al conocimiento sobre la actividad productiva material.14
El movimiento estudiantil compuesto mayoritariamente por las clases medias, en el devenir histórico se comportará de manera diferente por su particularidad heterogénea. En los años sesentas y setentas esos sectores medios formaban parte del proletariado. Se trataba, sin embargo, de una fracción con características que lo diferenciaban de los clásicos obreros industriales: a) su relativa posición jerárquica dentro de las relaciones de trabajo; b) su tendencia a desarrollar labores no directamente productivas de índole intelectual; c) su mayor capacidad adquisitiva. Ello supone que nuestra definición del proletariado –y, más en general, de las clases sociales– no se sustenta en la distinción entre trabajo productivo e improductivo y/o trabajo intelectual y trabajo manual, sino en las relaciones de apropiación. A modo de hipótesis, consideramos que las "nuevas clases medias" se conformaron mediante un doble proceso interrelacionado: a) la proletarización de sectores de la pequeña burguesía y; b) la profesionalización de sectores de obreros industriales.15
Además debemos tener en cuenta, que los sujetos que por diferentes motivos se vieron movidos a participar y comprometerse a reconstruir las organizaciones estudiantiles desarticuladas, y a participar fervientemente en la movilización popular por el esclarecimiento de los hechos de terrorismo de Estado, fueron una generación. Y por generación entendemos que no es una simple coincidencia en la fecha del nacimiento, sino una verdadera hermandad frente a los estímulos de una época, una diacronía compartida, una simultaneidad en proceso que implica una cadena de acontecimientos de los que se puede dar cuenta en primera persona (…) Y esto puede suceder con independencia de la clase a la que se pertenezca. Por ejemplo, respecto de la dictadura argentina, no es lo mismo haber nacido antes, durante o después de ella; esas diferencias son estructurales.16 En este sentido, ciertos grupos de jóvenes serán amalgamados por la lucha, por experiencias particulares que les tocarán vivir y forjarán una identidad común, amén de las opciones ideológicas. Esos momentos son vividos con una intensidad difícilmente igualable y serán recordados con reminiscencias solares. Entre los testimonios recogidos podemos resaltar para este aspecto algunos comentarios: había un clima, una causa común ó, parecía todo posible, ó en aquella época eran momentos en que nos enamorábamos una vez por semana, son ejemplos concretos de los factores subjetivos que juegan entre los partícipes de diferentes hechos. Para ellos lo importante no era lo que los revolucionarios esperasen conseguir con sus actos, sino lo que hacían y cómo se sentían al hacerlo. Hacer el amor y hacer la revolución no podía separarse con claridad.17
Universidad y Movimiento estudiantil
La Universidad como institución, se encuentra inmersa en los conflictos y contradicciones del conjunto de la sociedad y con ella el movimiento estudiantil resurge como un conglomerado heterogéneo que expresa los intereses y contradicciones de las clases de las cuales proviene18
La dinámica en la cual el movimiento estudiantil interviene como protagonista de los conflictos, está mediada por la relación entre lucha reivindicativa y lucha política.
En este sentido, la reivindicación se relaciona principalmente con aquello que se manifiesta en el ámbito del conflicto gremial, circunscrito al espacio en el cual el sector estudiantil interviene directamente: la universidad.
En este espacio socio-político, durante el período estudiado, las reivindicaciones están basadas en los derechos de los estudiantes y a una serie de reformas, que en el caso de la UNLP, tienen el carácter de romper con los esquemas implementados por la política-educativa de la dictadura militar, en relación al reestablecimiento de las mesas de mayo-septiembre, a la derogación del artículo número 54 del estatuto y a la autonomía universitaria, para que cada facultad implemente su propia regulación académica.
La lucha política, se relaciona concretamente en cómo interviene el movimiento estudiantil en la realidad, y con ello su posicionamiento frente a los conflictos de carácter nacional, que se visualizan principalmente en la adhesión y participación activa en la lucha por los Derechos Humanos, la coordinadora de derechos humanos, era el espacio aglutinador en la Plata.
El movimiento estudiantil, como factor de poder, constituye agrupamientos políticos de la sociedad toda (…), considerando que entre los estudiantes surgirán los mismos grupos que existen en la sociedad19.
La Universidad, se constituye como uno de los aparatos ideológicos del Estado20, pero a la vez, es un espacio en el cual el conflicto y la confrontación se visualiza en tanto los sectores sociales que la componen, la condición de asalariados de sus trabajadores docentes y no docente, y los estudiantes por su condición de capa social sensible a los problemas sociales21, hace que la Universidad se posicione no solamente para legitimar las ideas de los sectores dominantes de la sociedad, sino que manifiesta las relaciones entre estos tres sectores, que se plasman mediante su intervención directa en los conflictos que incluyen al resto de la sociedad.
Lo que vamos a narrar de aquí en adelante es la emergencia de un movimiento estudiantil que nutrió sin lugar a dudas el proceso de movilización de la sociedad civil en torno al esclarecimiento de los crímenes de la dictadura militar y su presión por una salida democrática, e intentó, además, a través de la movilización, apoyar al gobierno de Raúl Alfonsín en los momentos críticos, hasta desmaravillarse masivamente con el felices pascuas del 19 de abril de 1987, que cerraría una etapa y las expectativas de una generación.
Los primeros elementos de reorganización del movimiento estudiantil platense, se remontan a 1980, con algunas comisiones reorganizadoras de centros de estudiantes que comienzan a convocar y movilizar al estudiantado, especialmente en torno a cuestiones puntuales como el ingreso restrictivo, que sirvieron como disparador para aglutinar en torno a esas reivindicaciones al conjunto del movimiento estudiantil.
A partir de 1981-1982, la universidad comienza a transformarse en un espacio público, de encuentro. Esta reflexión implica, que la universidad lentamente se convierte en un lugar de socialización, de discusión política, de debate explícito, censurado en los años de la dictadura militar.
1980: antecedentes
Para mediados de 1980
1981: los inicios
En 1981, comienza a vislumbrarse algún repudio explícito a la dictadura militar, que se potencia y se evidencia claramente en el año
Para el 23 de febrero
El 7 de mayo
Entre mayo y septiembre el Movimiento de Estudiantes de Ingeniería (MEI) reparte un boletín del Centro de Estudiantes de ingeniería donde critica la situación del país que impide la participación activa, la situación universitaria con leyes contrarias a su progreso, el arancelamiento y pide por la reorganización de los Centros de Estudiantes.[1]
En octubre se reparten dos volantes de
El 29 de octubre, previo a la movilización, El Día titula una noticia de la siguiente manera: prohíben un acto, en donde se informa un comunicado de la policía de la provincia de Buenos Aires que frente a las normas vigentes prohíben la realización de este tipo de actos sin previa autorización de esta repartición. Esta jefatura informa también que esa autorización no ha sido concedida. Por su parte otro informe de
A las 11 de la mañana del 30 de octubre se realiza la concentración frente al rectorado de
1982: camino a la organización
El año 1982 fue un año políticamente interesante desde principio, aún antes de la guerra de las Malvinas, había un clima que estaba cambiando, estaba empezando a haber visiblemente formas de organización y resistencia a la dictadura, que se percibían claramente en la facultad24. Esta reflexión permite caracterizar dicho año como un momento germinación, que le permitió al movimiento estudiantil un grado de organización importante, posicionándolo como un sector influyente en las decisiones que concernían a la universidad en su totalidad.
Ya en febrero las organizaciones estudiantiles comienzan el intento organizativo de los aspirantes invitándolos a organizarse y romper el individualismo como única forma de solucionar el tema de los cupos. El 5 de febrero
Por un lado el movimiento estudiantil, y sus luchas contra el pre-anterior, el arancel, el examen de ingreso, y después estaban los problemas de la facultad, que teníamos problemas con los planes de estudio, con las correlatividades y cuáles eran los planes vigentes (…), por que durante la dictadura se habían modificado muchos planes, cosas puntuales de la facultad, que empezábamos a demandar a la facultad[3].
El 4 de noviembre cerca del mediodía, delegaciones de las diferentes comisiones pro-centros llegan a reunir más de 500 estudiantes en la concentración convocada por
1983[5]
El 8 de marzo, una concentración al rectorado de
A principios del 83, fue el año en el cual todo estaba bastante armadito (…), ya había grupos organizados, había una coordinación entre las distintas facultades. En abril, los sucesos de abril, hubo no solamente marchas recurrentes, sino un acampe en el jardín del rectorado, cocinamos en la puerta del rectorado. Había manifestaciones masivas y no había rechazo social a los estudiantes en la calle[6].
Para el mes de abril
El Día en una entrevista al rector publicada el 12 titula, Se escuchan voces que pretenden el retorno de
El 13 de abril, 150 estudiantes de ingeniería realizan la asamblea que entrega el petitorio en su facultad. Ese mismo día una asamblea unificada en el hall de Derecho reúne a 300 estudiantes de Humanidades, Económicas y Derecho.
La concentración del 14 de abril llega al rectorado antes del mediodía, con una columna de entre de 800 y 1500[7] estudiantes. Se lee un documento refrendado por un petitorio de 4100 firmas y se entona el himno. Luego una delegación entra y es recibida por el Secretario de
Sitian el rectorado de
La intensa lluvia del lunes no amedrenta a los más de 500 estudiantes que se encolumnan en 6 y 48 para marchar hasta el rectorado a buscar la respuesta al petitorio. La respuesta recibida es que el rector deja en manos de cada facultad el tratamiento del tema. Esta situación divide aguas entre los estudiantes. Por un lado analizar que esto da autonomía a cada facultad y por otro como forma de dividir en luchas parciales al movimiento estudiantil. Al día siguiente, en las facultades se organizaban asambleas y el diario titulaba Los decanos estudiarán el petitorio de
Al día 20 y ante las respuestas negativas por parte de los decanos se convoca a una nueva concentración en el rectorado. Los estudiantes plantearon que peticionarían al rector que resuelva lo de las mesas examinadoras en mayo y septiembre, anunciando una forma de petitorio para tal fin, avalado por docentes y ayudantes de las cátedras
El 24 el diario titula, la protesta de
El 26 El Día publica una nota con el título de importantes anuncios hará Gallo a
El 27 una concentración de 2000 estudiantes que confluyeron luego de asambleas en cada facultad resuelve una manifestación al centro de la ciudad y una conferencia de prensa. Al día siguiente, El Día titula Dio a conocer el rector Gallo la respuesta al petitorio de
Entre mayo y junio se realizan las elecciones en cada facultad, encabezando Franja Morada la conducción de la mayoría de los centros de estudiantes (Humanidades, Medicina, Agronomía, Exactas, Odontología, etc). Las excepciones se presentan en Periodismo, Económicas e Ingeniería donde agrupaciones independientes se imponen ante
Respecto a la lucha por las demandas, a partir de la normalización de los centros de estudiantes se verifica la eliminación de las restricciones y la incorporación al trabajo de reformulación de la currícula por parte de los estudiantes.
Hacia finales de noviembre se realiza el congreso normalizador de
Algunas consideraciones finales
Los primeros años de gobierno de Raúl Alfonsín estuvieron signados por un notable optimismo en torno a la posibilidad de que la instauración democrática contribuyese a resolver los problemas fundamentales de la sociedad. De ese optimismo participaba también la mayor parte de los universitarios.[9]. En este sentido, podemos observar que el auge de la agrupación Franja Morada en las elecciones estudiantiles de 1983, no es ajeno al contexto nacional que se estaba viviendo, aunque posteriormente su desarrollo va a definirle otro rumbo, las primeras asambleas multitudinarias de la facultad, nosotros aprobamos el estatuto del centro, en una asamblea que fue muy peleada, y que un articulo del estatuto, decía que podía ser modificado solamente por la misma o por la mayor cantidad de votos que la habían aprobado, los de la franja por un lado y el resto por otro, fue la primera asamblea en la que ya hubo fricciones entre las agrupaciones[10] (…).
Lo que tuvo el año 83, es que parecía todo posible, (…), empezamos nuestras discusiones políticas con la afirmación de ser críticos ¿que significaba ser críticos? empezamos definiendo palabras, cosa que no se si hoy el movimiento estudiantil se tiene que definir desde cosas tan básicas[11].
Esta reflexión, es un punto de partida para analizar el movimiento estudiantil en el contexto de transición democrática y a la vez, su configuración en la actualidad. Luego de logrado el primer objetivo, basado en la lucha por la reorganización de los organismos de gobierno estudiantiles, el trabajo académico circunscrito a las particularidades de cada facultad y la lucha por defender la democracia, visualizada en las movilizaciones masivas que hasta el felices pascuas impulsó a la sociedad, nos lleva a considerar que el movimiento estudiantil, tiene la particularidad de redefinirse y reorganizarse en base al contexto histórico, considerando que los ejes de discusión cambiaron los requerimientos y posturas hacia el poder. Así mismo se advierte que tibiamente los estudiantes han adoptado la única vía posible: el pedido moderado de algunas reivindicaciones que no pasaba, más allá, de conquistas puntuales sobre aspectos específicos de su propia situación. El individualismo, entre otros, había quedado como secuela dramática de los años pasados. La tarea es difícil. La dictadura militar había generado un proceso de resocialización profunda”. [12]
[1] Archivo DIPBA, Mesa “A”, Factor estudiantil,
[2] Archivo DIPBA, Mesa “A”, Factor estudiantil,
[3] Fuente oral
[4] Archivo DIPBA, Mesa “A”, Factor estudiantil,
[5] f Archivo DIPBA, Mesa “A”, Factor estudiantil,
[6] Fuente oral
[7] El número varía entre el informe de
[8] según folio75, 217.000 firmas según el documental
[9] Buschbinder, Pablo, Historia de las Universidades Argentinas. Buenos Aires. Ed: Sudamericana, 2005, pp.217
[10] Fuente oral
[11] Fuente oral
[12] LEMA, Carlos Alfredo, Lazos y redes sociales en el movimiento estudiantil. En BONAVENA Pablo, CALIFA Juan Sebastián y MILLÁN, Mariano (comps.) El movimiento estudiantil argentino. Historias con presente. Ed. Cooperativas. Buenos Aires, 2007. Pp. 304
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